AQUí NO HAY PLAYA, VAYA, VAYA!

Hace un par de días llegamos a Varkala, famosa por sus playas y sus cocoteros en las orillas. En la guía aparece una inmensa mancha naranja para indicar lo que suponíamos enormes playas de arena, como en Goa. Pues bien, o las recogen cuando es temporada baja (ahora) o a lo que ellos llaman playas, nosotros no. Varkala es un inmenso acantilado asomado al Mar Arábico, parte del Océano Índico, con olas espumosas y fuertes corrientes. Nosotros hemos encontrado un trocito que es un pequeño paraíso, una cala llamada  Black Beach (playa negra), la mejor parte sin ninguna duda de Varkala, y lo digo después de habérnosla recorrido de punta a punta. Lo increíble es que nadie nos lo había dicho ni la guía hace una distinción sobre esta zona respecto a las otras pero la diferencia es alucinante.

Hoy dando un paseo de punta a punta, nos hemos dado cuenta de lo que ha ocurrido. Han llenado de grandes bloques de piedra casi todas las playas, desconocemos los motivos. Suponemos que para evitar que las olas se lleven la tierra pero, a cambio, han dejado un montón de resorts sin playa. Una cosa rarísima porque podían haber hecho espigones laterales para recoger arena y proteger a la vez. Pero no lo han hecho... Así que, definitivamente, si en Varkala hubo playas, ya no queda casi ninguna.

Eso sí, hay millones de tiendas para guiris en todas partes, una junto a otra, que hacen las delicias de los amantes de la estética india, que no es mi caso porque, por lo que veo, soy la única que no se ha mimetizado con el look pantalón-cagado, camiseta-de-tirantes, bolsa-de-lentejuelas. También hay decenas de sitios para darte masajes (muchos de ellos sin reconocimiento oficial, nos avisan desde el hotel), comprar especias disecadas al sol o elefantes tallados en piedra o madera. 

Nosotros nos lo hemos tomado como un descanso en el camino. Anoche cenamos en el Luna Azul, un restaurante que montó una española, que luego se casó con un indio y se fueron a Barcelona a vivir. Ahora lo llevan indios y nos intentaron hacer una jugada india. Nos ofrecieron una bandeja llena de pescado y gambas y nos dijeron que por 200 rupias nos daban la ración de pescado que quisiéramos, con arroz, ensalada, patatas... Mateo se pidió atún y yo unas gambas rojas, que nos sirvieron con una salsa de ajo, mantequilla y limón absolutamente deliciosa. Cuando nos trajeron la cuenta pretendían cobrarnos por mis gambas 1250 rupias. Nos quedamos blancos, las gambas valían más que una noche de hotel!!! Me puse echa una energúmena y me negué a pagárselas a ese precio. "Ha sido un malentendido", nos decía el chico, "las gambas no son "fish" (pescado)". Y yo, que si no eran fish y tenían ese precio, debía habernos avisado antes. Al final, me planté en 500 rupias (unos 6 euros por 10 gambas gordísimas) y así lo dejamos. Esto es India. 

Esta mañana nos hemos dado un baño estupendo antes de desayunar y después nos hemos ido en rickshaw a visitar el templo del pueblo y la laguna sagrada que hay enfrente, donde hemos tenido la suerte de ver a una familia india hacer el ritual completo del baño: primero se lavan los pies, luego se salpican con agua la cabeza y después mojan la ropa, bueno, el trapo blanco que se ponen en la cintura para bañarse, y se lavan la cara con él. Después han ido al templo, como nosotros, a hacer las ofrendas y rezar. Y esta tarde nos hemos dado un paseo enorme hasta la otra punta de Varkala, Odayam, donde llegamos la primera noche y más allá. Es un sitio tranquilísimo y precioso, lleno de palmeras por todas partes pero, como os contaba antes, sin playa. También hemos visto una mezquita enorme y varios grupos de hombres jugando a las cartas entre las palmeras. 

Mañana salimos hacia Kanniyakumari, el cabo sur de la India, la punta justo de abajo, a celebrar el cumpleaños de Mateo allí porque nos han dicho que las puestas de sol son alucinantes. A ver qué nos encontramos...