El 19 de agosto decidimos ir a Agdam, la ciudad prohibida de Nagorno Karabaj. Prohibida porque la linea del frente estaba alli (y alli seguia) y nadie nos recomendaba ir. En realidad nos decian que no podiamos ni acercarnos, que era zona militar, que tendriamos que pedir antes un permiso en el Ministerio de Asuntos Exteriores y que nos lo negarian al 100%. Entonces, para que pedirlo? Pero habiamos leido que el paisaje era aluciante, como un Nagasaki armenio, y yo no me lo queria perder. Aunque si no llega a ser por el empuje de Mateo, no habria ido. Estaba muerta de miedo con todo lo que nos decia la gente: "No podeis ir hasta alli, los militares os detendran, os quitaran las camaras, hay minas, esta prohibido acercarse...".
Pero luego todo resulto mas facil. Cogimos un autobus desde la capital, Stepanakert, donde nos alojabamos, hasta un pueblo en las afueras. Alli deambulamos discretamente, sin llamar la atencion de los militares, que estaban por todas partes, en busca de un taxista atrevido, y encontramos a Satur, un chico duro, con una de las pocas matriculas de Nagorno que vimos, por cierto, que nos llevo sin problemas, escondidos en su Lada de cristales negros (asi era mas facil hacer fotos). Entendio pronto lo que queriamos y nos dio una vuelta en silencio por la ciudad desolada, haciendo paradas en lo que habia sido una gran fabrica o la plaza del pueblo. Solo habia ruinas. Imposible decir que alli antes, hace apenas una decada, hubo una gran ciudad. Solo quedaban los granados y, para nuestra srpresa, algunas personas viviendo entre los escombros, especializadas en el negocio de la chatarra, que habian sido las encargadas de terminar de desmantelar la ciudad. Impresionante.
A la vuelta, para terminar de sobrecogernos, hicimos una parada en el cementerio de las afueras de la ciudad, totalmente quemado. Los que vivian en Agdam eran azeries (musulmanes) y cuando ganaron la guerra los armenios (cristianos), como venganza, ademas de expularlos (hay miles de exiliados de esa guerra, por eso aun se considera un conflicto abierto, no pueden celebrar ni un referendum para decidir por donde seguir hasta que no se reconozca el estatus de estas personas), hicieron lo que antes los azeries con otro famoso cementerio armenio, Noratus, en otro punto de la frontera: lo destruyeron, esta vez quemandolo. Que tristes son las guerras.
Pero luego todo resulto mas facil. Cogimos un autobus desde la capital, Stepanakert, donde nos alojabamos, hasta un pueblo en las afueras. Alli deambulamos discretamente, sin llamar la atencion de los militares, que estaban por todas partes, en busca de un taxista atrevido, y encontramos a Satur, un chico duro, con una de las pocas matriculas de Nagorno que vimos, por cierto, que nos llevo sin problemas, escondidos en su Lada de cristales negros (asi era mas facil hacer fotos). Entendio pronto lo que queriamos y nos dio una vuelta en silencio por la ciudad desolada, haciendo paradas en lo que habia sido una gran fabrica o la plaza del pueblo. Solo habia ruinas. Imposible decir que alli antes, hace apenas una decada, hubo una gran ciudad. Solo quedaban los granados y, para nuestra srpresa, algunas personas viviendo entre los escombros, especializadas en el negocio de la chatarra, que habian sido las encargadas de terminar de desmantelar la ciudad. Impresionante.
A la vuelta, para terminar de sobrecogernos, hicimos una parada en el cementerio de las afueras de la ciudad, totalmente quemado. Los que vivian en Agdam eran azeries (musulmanes) y cuando ganaron la guerra los armenios (cristianos), como venganza, ademas de expularlos (hay miles de exiliados de esa guerra, por eso aun se considera un conflicto abierto, no pueden celebrar ni un referendum para decidir por donde seguir hasta que no se reconozca el estatus de estas personas), hicieron lo que antes los azeries con otro famoso cementerio armenio, Noratus, en otro punto de la frontera: lo destruyeron, esta vez quemandolo. Que tristes son las guerras.
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