Hemos llegado aquí casi por casualidad, después de acortar nuestra estancia prevista en Pondicherry porque nos estábamos asando y, a pesar de las maravillas que contaba la guía sobre esta antigua colonia francesa, a nosotros, con lo que ya llevábamos visto, la verdad es que nos supo a poco. Lo mejor (y lo peor) fue que nos pilló un día de huelga. Mateo se convirtió en fotoperiodista por un rato y se dedicó a hacer fotos en una manifestación de protesta contra el gobierno junto a otros fotógrafos locales. No pudimos saber mucho más de lo que pasaba porque la gente a la que le preguntábamos no parecía muy dispuesta a hablar. A mí me dio la sensación de que tenían miedo, lo que no me extraña porque hoy he oído en la tele que el gobierno indio ha investigado a más de tres mil personas en lo que va de año en facebook. Hay muchas formas de entender la democracia en el mundo... La parte mala fue que todas las tiendas estaban cerradas y cortaron la electricidad, lo cual fue un martirio: sin aire acondicionado y sin ventiladores en ningún lado nos creímos morir, arrastrándonos de sombra en sombra, a más de 40 grados y con un 85% de humedad. No os lo podéis ni imaginar, en mi vida he sudado más, por cada uno de los poros de mi piel, incluso los que no sabía que tenía.
Pero empiezo por el principio. Después de muchos días de asueto y relax por Kerala, el estado más verde y desarrollado de la India, nos sumergimos en Tamil Nadú, la región de la costa del sudeste, en busca de su espiritualidad y sus grandes templos. Primero visitamos Kanniyakumari, el extremo meridional del país, la puntica misma más al sur de la India, donde se juntan el Índico y el Arábico. Descubrimos sorprendidos que éramos de los pocos turistas occidentales que se atrevían a llegar hasta ahí y nos convertimos en objeto de deseo fotográfico para los propios turistas indios, que nos fotografiaban en todo momento, como si de una atracción más se tratara. A cambio, yo tenía licencia para fotografiarlos a ellos y entre risas, yo te hago una foto a ti, tú me la haces a mí, nos lo pasamos muy bien.
A partir de ahí, nuestro viaje se precipitó frenéticamente por Madurai, Trichy, Tanjore, Kunbakonan, Pondicherry y Mamalapuram. De repente nos dimos cuenta que se nos acababan los días y como aquí en la India hay tanto que ver, tuvimos que poner el turbo. Resumiendo mucho mucho y sintiendo no poder publicar todas las fotos que hice porque no he tenido tiempo ni de descargarlas, os contaré que los templos de esta zona son impresionantes, algunos de ellos patrimonio de la humanidad, como el de Tanjore, que ha sido nuestro favorito con diferencia.
Aunque los famosos son los de Madurai y Trichy porque son los más grandes de la India, a nosotros tanto colorido y apelotonamiento no nos gustó mucho. Son templos visitados esencialmente por los propios indios, que son un montón, y la espiritualidad se diluía entre millones de tiendas instaladas dentro de los propios templos y tarifas por todo: pagas por dejar los zapatos a la entrada (es obligatorio y mis pies han sufrido días enteros de mierda sobre mierda, inmutable a las infinitas toallitas que usábamos), por entrar al templo, por ver "la lámpara mágica" (yo la llamaba así porque no sé qué es pero es algo así como el fuego sagrado que todos los hindús quieren sentir cerca); también pagas por hacer una ofrenda, por comprar la ofrenda... y así siempre excepto en los de Tanjore o Mamalapuram, los cuales, curiosamente, nos han parecido los más hermosos por su austeridad, precisamente. Las tiendas están fuera de los templos, te ponen carteles en inglés para que te enteres un poco de la historia (en Madurai o Trichy, por ejemplo, como suponen que sólo van indios, a los guiris nos maltratan) y te dejan entrar a todas partes, incluida las zonas que en otros templos están reservadas sólo para hindús. Incluso nos han bendecido y pintado la frente de rojo y amarillo, como la llevan ellos (el color y la forma de la mancha cambia según el templo y el dios). En Kunbakonan (creo, ya se me mezclan un poco todos), después de subir 481 escalones, trepando por el interior de una montaña, asfixiados, llegamos a la cima y no nos dejaron pasar al templo! Ese día casi me doy la vuelta. Solté millones de maldiciones sobre la India, los indios y su religión. Luego Brahma me puso en el camino el maravilloso templo-ciudad de Tanjore y me reconcilié de nuevo con el país. La visita, al atardecer, fue mágica.
Esta tarde, para despedirnos casi de la India, nos hemos dado un baño en una playa impresionante de Mamalapuram, un paraíso que, sorprendente, está casi vacío de turistas. La llaman la ciudad de los artistas porque aquí todo el mundo talla la piedra o la madera y a nosotros nos ha encantado.
Besos mil!!! Os veo pronto a todos!
(Todas las fotos son de Kanniyakumari, a la vuelta publico el resto. Aquí conseguí comerme una "hamburguesa" que lo parecía pero no lo era y ver la puesta del sol más al sur de la India, desde una torre en espiral que se adentraba en el mar. También hicimos una excursión a una isla en la que construyeron lo que llaman "la estatua de la libertad india" -un homenaje a un poeta-, entramos en una sala de meditación y meditamos! -es la foto verde, no había casi luz e hice lo que pude- y descubrimos que "cada alma es potencialmente divina").
COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años