
Al llegar al pequeño aeropuerto de Tozeur cogemos un taxi porque son casi las once de la noche (doce en España). Una pareja con dos hijos nos deja alucinados en la ventanilla del cambio, están delante nuestra y, además de guapos y elegantes, hablan entre ellos en francés, con los de la ventanilla en árabe, con nosotros en español y con sus hijos en inglés. Yo de mayor quiero ser así!
El hotel en el que hicimos la reserva por internet se llama Gran Hotel Oasis y cuando el taxista nos deja en la puerta pensamos que se ha equivocado. Es un total-luxury de los que aparecen en la Lonely en el apartado de carísimos. Por primera vez dormimos en una de esta categoría!. Está muy bien pero es gigante y tiene pinta de llenarse de viajes organizados, como podemos confirmar a la mañana siguiente, cuando nos cruzamos con cuatro autobuses hasta los topes de italianos y españoles en rebaño buscando sus habitaciones. Es normal que los tour operadores elijan Tozeur como centro de operaciones. El resto es mucho más duro y los turistas de paquete no están preparados para enfrentarse al mundo real sin filtros. Así, el procedimiento es el siguiente: los sueltan en hoteles como éste, después se dedican a levantarlos temprano cada día, subirlos en el autobús o el todoterreno, pasearlos a toda velocidad por la zona, haciendo muchísimos kilómetros pero parando en los respectivos puestos de postales y souvenirs, y de vuelta al hotel antes de que anochezca, por si viene el lobo.

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