El día 26 viajamos de Rize a Trabzon, la pequeña Estambul de la zona. Con 800.000 habitantes, esta ciudad es el núcleo del turismo de veraneo del Mar Negro turco, aunque no tiene playas!!!. Aquí hay cientos de hoteles desperdigados por la costa, llenos de turistas de todas partes, sobre todo los del golfo, que son multitud, y koreanos (del sur, claro). No lo había dicho hasta ahora pero los turistas del golfo son una decepción. Pequeñajos, renegridos y llenos de pelo por todas partes del cuerpo, incluida la cara, suelen pasear con mucha soberbia pero vestidos sin ningún estilo (bermudas, camisetas de mercadillo y sandalias de playa), rodeados de una nube de mujeres muy jóvenes (lo adivinas por las manos) tapadas con el niqab, ese velo negro que sólo deja descubiertos los ojos y que les hace imposible comer con dignidad ni placer, y muchos niños pequeños, de la mano o en silletas. Qué llevan ellas debajo del velo es un misterio pero lo que sí se dejan ver son sus zapatos, casi siempre sketchers o deportivas cómodas. Ninguna lleva tacones ni sandalias. Da una pena verlas como ovejillas detrás de ellos...
Los dos días que pasamos aquí los dedicamos a pasear y a darle gusto al cuerpo. Nos alojamos en el hotel NUR (53 euros/noche) donde todo eran amabilidades y facilidades, incluido el coche aparcado en la puerta, en pleno centro de la ciudad. También nos dió para visitar Santa Sofía, como ya conté, una pequeña iglesia armenia que estaba en obras (toooda Turquía está en obras) y el barrio de FATIH, donde nos pilló el día de mercado (daba un gusto ver los puestos de verduras! Todos estaban impecables, con la mercancía ordenada perfectamente, aunque fueran cebollas. Por comprar algo, me traje una pala de madera para la cocina, tallada a mano, por 5 liras, menos de un euro). Por la noche subimos a BOZTEPE, el barrio que está en lo alto de la ciudad, una especie de Cresta del Gallo murciana donde suben las familias a ver atardecer mientras beben litros de té y comen pipas.
De Trabzon seguimos viaje hacia el ALTENDERE VADISI MILLI PARK, donde se encontraba SUMELA, el famoso monasterio encaramado en las rocas, pero no pudimos entrar porque... estaba en obras! Así que nos pegamos una paliza monte arriba para quedarnos con un palmo de narices ante el letrero que decía "cerrado". Nuestra sorpresa fue total porque nos cobraron entrada y no nos dijeron nada. Bueno, para ser honestos, creo que sí nos dijeron algo pero no lo entendimos. Pero como veíamos ríos de coches y de gente subir ni se nos ocurrió que ese "closed" que farfulló el guardia de la puerta del parque fuera un "closed" de verdad. Y todas esas abuelas y gente mayor que se arrastró por el camino de tierra para subir con penurias durante una hora por lo menos??? Una vez arriba lo único que podías hacer era mirar por un hueco de la vegetación el monasterio, que se veía a lo lejos (nosotros, como llevábamos los prismáticos, pudimos verlo un poco mejor que los demás) y tomarte un arroz con leche en un puesto minúsculo que había a la salida. Misterio total.
De allí seguimos ruta, pasando por GÜMUSHANE (una ciudad pequeña pero muy mona, que daba buen rollo, con su universidad moderna y todo) y KELKIT, donde no paramos, hasta llegar a ERZINCAN, una anomalía en el territorio. Nada más entrar vimos un hotel de 4 estrellas, otro, y otro, y otro! Y uno de 5 estrellas y un Hilton!!! todos en la misma calle, más un montón de 3 estrellas, que es donde nos quedamos nosotros (hotel KARAKAYA, 170 liras, el mejor del viaje, una suite tipo la que nos encontramos en Batumi). No entendíamos nada, porque Erzincan sólo parece una pequeña ciudad de provincias, sin grandes industrias alrededor ni nada. Al día siguiente, mientras viajábamos a territorio kurdo, coincidimos con dos matrimonios mayores que conducían un deportivo con matrícula belga. Nos contaron que eran de allí y habían vuelto de vacaciones, a visitar sus pueblos. Les preguntamos, en nuestro fluido francés, que por qué había tanto hotel bueno en Erzincan, y nos dijeron que la gente iba allí a "hacer dinero". Con qué, seguimos sin saberlo ni intuirlo siquiera.
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