Nuestra primera parada en el viaje fue la ciudad de Erzurum, donde pasamos una noche (el 17 de julio) en el hotel Saltuk (por unos 35 euros). La recorrimos en un rato, por la noche, porque todos los monumentos se ubican en la misma calle. La verdad es que tiene un patrimonio destacable, con varias mezquitas y madrasas del s. XII-XIV que nos soprendieron por su construcción de ladrillos rojos y la decoración de sus fachadas con mosaicos azules. También tiene un castillo del s.V y una muralla, que abraza a la ciudad. De todas las mezquitas destacaba la Lala Pashe, en la que Mimar Sinan probó el modelo, en escala reducida, que luego usaría para la Sultan Ahmed de Estambul (la Mezquita Azul), y la madrasa del doble minarete, que lucía preciosa iluminada por fuera.
Erzurum no me robó el corazón ni dejó mucha huella en mi memoria excepto por dos cosas: el helado (dondurma) que me comí en la calle mayor, que me dieron bañado en chocolate caliente, que se endureció al contacto con el frío (y el detalle tan amable que tuvo el heladero, que cuando vio que Mateo no se pedía ninguno pero me decía que probaría el mío, pues no sé cómo debió de entenderlo y le regaló un cucurucho en versión reducida del mío, que llevaba todos los sabores disponibles: cerezas, chocolate, vainilla y limón) y la cantidad de mujeres tapadas con lúgubres yihads que había. Hasta la fecha, es el sitio con más mujeres "empañoladas" que he visto, lo que le añadía un toque muy triste a la ciudad.
En el vuelo a Erzurum conocimos a una chica joven encantadora (y con pañuelo), sorprendida de ver turistas por allí, que nos contó que era de Estambul pero se desplazaba a esa ciudad para estudiar en la universidad ingeniería informática porque era famosa por la calidad de los profesores. Me encantó saber que las mujeres musulmanas que se tapan estudian informática en la universidad! Le deseo la mejor suerte del mundo.
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