Ayer llegamos a Inishowen, la península en la que se encuentra el punto que está más al norte de Irlanda, Malin Head, procedentes de la costa norte de la parte ocupada por los británicos. Seguro que habrá quien me crucifique por escribir "ocupada" pero no encuentro otra palabra para definir la situación de ese territorio que, a pesar de los años de lucha del IRA, no ha conseguido independizarse del Reino Unido. Es verdad que la población está repartida y unos quieren separarse y otros no, según la religión que profesan (católicos vs protestantes) que no habla de otra cosa que de sus orígenes. Los protestantes llegaron aquí hace muchos siglos, cuando el rey de turno decidió regalarles un trozo de tierra a los más fieles adventistas. Aquí ya vivía gente y las tierras ya tenían dueño, pero a quién le importó eso? No nos importó a los españoles cuando llegamos a América, no les importó a los judíos cuando llegaron a Palestina, y no les importó a tantos otros a lo largo de la historia, en un bucle sin fin...
La costa norte de la Irlanda del norte es chula pero no tanto como dicen ellos. Está relativamente explotada, no es nuestro Benidorm pero hay zonas que se dan un aire, teniendo en cuanta que aquí en verano las tempraturas máximas no pasan de 20º. Eso sí, hemos encontrado otras, como la Bahía Blanca, que nos han parecido preciosas, con casas escondidas en los acantilados que no te puedes imaginar que existan. También hay zonas, como la Calzada de los Gigantes, que aunque están supervisitadas por ser patrimonio de la humanidad, merecen serlo porque el espectáculo es increíble: formaciones geológicas cristalizadas en forma de prismas enormes que recorren la costa, construyendo uno de los lugares más fotografiados y reproducidos en anuncios y películas del país y que, según cuenta la leyenda, fueron construidas por un gigante irlandés :)
El resto, son preciosos prados llenos de ovejas y vacas felices, que le dan un aire a Asturias, atravesados por carreteras en las que crece la hierba y rodeados de macizos de fucsias que son un golpe de color imprescindible en este plomizo paisaje, construído a fuerza de lluvia y niebla.
Ayer, después de coger un ferrys que nos cruzara a Inishowen, nos dimos un paseo por la que, sin duda, es la playa más hermosa que hemos visitado hasta ahora, la de los Five Finger (los cinco dedos), atendiendo a unas rocas que la flanquean y tienen esa forma. Es una playa enorme con bancos de arena que quedan al descubierto cuando la marea baja, de forma que puedes ir caminando hasta la mitad del océano, entre formaciones rocosas preciosas. La gente la disfrutaba tomando el col (nos hizo un día increíble), montando a caballo, volando cometas, paseando a sus perros... Y todo este espectáculo flanqueado por unas dunas enormes, de diez metros de alto por lo menos, recubiertas de una cubierta verde (la primera vez en nuestra vida que veíamos dunas con cesped), y decimos dunas porque lo eran, de pura arena, pero con un manto verde encima! Precioso. Ahí van algunas fotos de todo esto que os cuento.
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