Los "intermediarios de la religión" son esas personas o instituciones que se otorgan a sí mismas el poder de representar a los dioses ante los hombres y de establecer diálogos entre ambos. Su función es imprescindible en algunas religiones monoteístas, como el cristianismo, el judaísmo o el islam. Pero yo creía que en otras, como el budismo, no existían. Lo cual denota mi enorme desconocimiento del budismo, claro. En esta religión existen "los monjes budistas", toda una casta de élite en la sociedad tailandesa y laosiana, al menos, que es protegida por el gobierno y goza de todo tipo de privilegios, como tener una zona VIP en las estaciones de trenes, por ejemplo. Se "autofinancian" con las limosnas que recogen cada día, a pie de calle, a las 6 de la mañana exactamente, y con las que la gente les lleva a los templos. De hecho, existe una enorme industria de "ofrendas" en torno a ellos, que incluye desde cestas de comida hasta las telas para nosequé, pasando por velas, incienso, etc. para decorar los templos. A cambio, tu salvación.
Los monjes son intocables, rozar su cabeza es casi un delito, y dedican su vida a no hacer nada, literalmente. No dirigen ceremonias religiosas, porque en el budismo no existe nada parecido a una misa. No confiesan ni perdonan, porque el budismo es una cuestión personal entre Buda y tú. No reparten lo que reciben entre los pobres, porque aquí cada cual tiene el karma que se merece. Y tampoco tienen relucientes los templos, porque se interpreta como una exaltación de la vanidad y el budismo trata, esencialmente, de apaciguar cualquier manifestación del ego. Vamos, que no hacen nada más que ir de acá para allá, simulando estar ocupadísimos, como el conejo blanco de Alicia, pero a cámara lenta.
Cruzarse con uno de ellos, que te los cruzas porque salen de los templos con frecuencia e incluso hacen turismo, que los hemos visto hasta haciéndose selfies, no significa sentir cerca a alguien "iluminado" ni singularmente espiritual o bueno, como lo entendemos en nuestra religión, sino todo lo contrario, sobre todo si son mayores. Los jóvenes aún te sonríen y denotan cierta curiosidad y alegría de vivir en sus ojos. Pero los mayores ni te miran y si lo hacen, es de forma descaradamente soberbia y les molesta mucho si pasas por delante de ellos sin inclinar la cabeza ni cederles el paso, como le ocurre con frecuencia a mi querido y despistado Mateo. Si te acercas a sus templos, por curiosidad, con respeto, como siempre hacemos donde vamos, jamás se acercan a darte la bienvenida o a invitarte a que entres, como tantas veces nos ha ocurrido en las mezquitas. Tampoco los verás hablar con sus fieles. Se sientan a parte y solo hablan entre ellos. Y aunque en todos los templos y alrededores pone que no se puede fumar, ellos lo hacen porque los hemos visto. Además, y para colmo de males, los únicos sitios donde nos hemos encontrado perros con sarna ha sido en los templos budistas. Parece que cada uno tiene el suyo. Ahí los dejan morirse, en las puertas de sus santuarios, retorciéndose entre picores, sin un ápice de piedad. Porque ya sabemos que esto del budismo, esencialmente, trata de apaciguar las emociones.
Y yo me pregunto, ¿por qué hay tanta gente en Occidente, incluido mi querido Leonard Cohen, que renuncia al cristianismo o al judaísmo para abrazar devotamente una religión tan "despiada" como ésta? ¿Qué critican de nuestras religiones que no tenga, quizá en mayor medida, el budismo? ¿Habéis visto el buda de oro macizo de 3 metros de alto al que todos veneran en Bangkok?
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