Después de perdernos varios días por el norte, entre carteles imposibles de entender para nosotros porque estaban escritos en gaélico (hemos estado en una de las zonas duras, donde aún luchan por mantener viva una cultura y una lengua que se les muere entre las manos, porque el inglés es el idioma que quieren aprender los jóvenes para trabajar), nos mudamos a Belfast de nuevo. Ha sido una semana magnífica en Conegal, visitando sus impresionantes acantilados, disfrutando su comida, sus enormes casas, sus playas con caballos, sus ríos y lagos, sus castillos... Los dos días en Belfast también han sido increíbles porque, además de contemplar estupefactos el enorme edificio que han levantado a mayor gloria del Titanic (que fue construido en los astilleros de esta ciudad, junto con los dos barcos hermanos que se hicieron a la vez y de los que no había oído hablar nunca), y sorprendernos con la especulativa reforma inmobiliaria de la zona, que ha convertido un paisaje degradado, y mucho...