A las pocas horas de estar en Bangkok me ha empezado a invadir una sensación que se refuerza con el paso de los días: Blade Runner , la genial película de Ridley Scott, o se rodó aquí (que ya sé que no) o se inspiraron en ella para construir la ciudad distópica en la que ocurre todo. Rascacielos futuristas conviven con casas de madera y templos legendarios, mientras modernos trenes aéreos serpentean entre ellos y los puestos de comida callejera humean en cada esquina, a pie de calle. Además, hay agua por todas partes y aunque no llueve siempre, como en la película, sí que pasan los días sin que el sol se atreva a salir entre las nubes y todo rezuma una humedad grisácea y verdosa. La pena es que he buscado en Internet, por si alguien había tenido la misma sensación, y claro, no soy la primera en escribir sobre esto. Leo en el blog Sabores que matan (http://www.saboresquematan.net/blade-runner-no-bangkok/) que el escritor John Burdett ya lo dijo en sus novelas Bangkok 8 y Ba...